El tema es delicado. Cuando hay elementos religiosos, políticos y sociales, todo en una sola historia, y al mismo tiempo no se quiere describir con detalles la trama, a fin de no causar ‘spoilers‘, realizar un artículo sobre una serie es casi una misión imposible.

La dificultad radica más porque el tema de la Yihad, que como concepto simple se define como una obligación religiosa de los musulmanes y este concepto, a su vez, implica la expansión de las leyes de Dios, para entenderlo y sobre todo hacer críticas sobre el mismo, hay que ‘tirar algunas páginas para la izquierda’, pues, lo más sorprendente que trae la serie consigo es un extraño mea culpa de algo que ha existido por años, al doblar de la esquina, en un rincón del mundo donde nosotros, «los occidentales» hemos estado ignorantes, prácticamente, de que tal sistema bizarro y cuestionable era la ‘cotidianidad’ de un mundo total y absolutamente paralelo, en una lejana Siria, que ha sido noticia en los últimos años por la situación bélica que se lleva desde hace mucho tiempo, precisamente con matices politico-religiosas.
Califato llega a mostrarnos historias individuales con el efecto ‘crash‘ donde los personajes desarrollan sus vidas por separado, enfrentando situaciones adversas, hasta el punto en que un común denominador los relaciona a todos, dejando estupefactos a los que, honestamente, tienen el gusto de disfrutar esta puesta de 8 extraordinarios episodios.

La historia de una mujer sometida a las más horrorosas reglas impuestas por un régimen absurdo, pero lo grave de todo es que no es absurdo para todo el mundo. Califato muestra cómo el poder de mentes maestras, que se mueven por el mundo a través de medios y estrategias de persuasión, se apoderan de mentes más vulnerables, sobre todo jóvenes, y se apoderan de su intelecto, que los hace creer que ese sistema es lo correcto, porque está basado en los designios de Ala. Alarma entender que los personajes exponen cómo a través de los sometimientos que reducen el valor de la mujer a su mínima expresión, la hacen verlo como algo, no solo normal, sino también necesario. Un estilo de vida sin mostrar piel, sin usar teléfono celular, sin poder salir solas, sin poder abrir la puerta de sus casas sin cubrir su rostro y un sin número de limitaciones, amén de la poligamia permitida y legal, en beneficio del hombre.

Los paralelismos de Califato te hacen dudar cuáles son en su totalidad las víctimas del sistema, puesto que los hombre son formados desde niños para crecer con esa mentalidad, incluso suicida, porque quitarse la vida para borrar del mapa a los pecadores, es convertirse en mártir, y esos niños crecen entendiendo que ser martir, llegado el momento, será todo un regalo.
De un lado tenemos a la mujer harta y desesperada por escapar con vida para criar a su pequeña bebé, en el otro lado a unas jovencitas enamoradas de la idea de estar dentro del régimen, porque una estructura inteligente les secuestra el cerebro y les hace ver que todo eso es lo correcto hasta el punto de escapar causando angustia a sus padres.
Son 8 capítulos asfixiantes que ponen a prueba la cordura del espectador y tal como se ha descrito en este artículo, nos hace preguntarnos cómo es posible que a eso se le llame vida. Califato está disponible en Netflix.