Estimadas AFP:

Foto: Unsplash

Una de las afirmaciones que nos quedan como resultado de la situación actual, con el COVID-19, es que nunca nos preparamos para una pandemia. Eso no puede ser más cierto, como tampoco puede aplicársele más a tantos sectores que se identifican con dicha afirmación. No, definitivamente no estábamos preparados; tampoco ustedes.

Rondaba por ahí el año 2003, cuando a muchos colaboradores del sector privado, se nos hizo firmar un contrato en el que los empleadores de ese entonces, cedían a la administradora de fondos de pensiones, el poder, precisamente, para administrar ese dinero que, a partir de entonces, comenzaría a descontársele del salario a los empleados. De más estaría recordar que eso era de carácter obligatorio y ante tal novedad y sobre todo rapidez, no había mucho tiempo para explicar; bueno, de hecho, casi por cultura nacional no hay mucho tiempo para leer los contratos; pero ahí era que estaba el pequeño detalle.

El tema es que el tiempo pasó muy a favor de ustedes. El mismo tiempo jugó un papel de somnífero para esa masa obrera que ni siquiera se preocupó más en sus fondos de pensiones, como casi todo lo que nos caracteriza a nosotros, los dominicanos, que podemos negar cualquier cosa, menos lo reactivos que solemos ser, cuando el cuarto se nos llena de agua, como ahora.

No estábamos preparados para una pandemia, como quizás no lo estaríamos, muchos, para nuestra vejez y con ese libreto persuasivo se nos hizo familiarizarnos tan bien con la aparición de ustedes, las AFP, en nuestras vidas.

Esa preocupación que ahora tiene «una importancia muy grande», y por la que ustedes se desviven, para que nosotros no lleguemos a viejo sin menos dignidad de la que aparentemente llegaremos, porque de nuestro futuro también se han olvidado los que nos han gobernado, no contribuyendo a mejores servicios, que resulten como retribución de los impuestos que pagamos y que nos garanticen mejor calidad de vida.

Ese futuro que estaría en peligro, pero que no lo está, cuando nuestro dinero se distribuye en campañas políticas, en salarios de botellas, y otros que supuestamente si trabajan, pero ganan mensual, lo que cualquiera de nosotros, de AFP, acumulamos en 20 años .

Ese futuro que ahora es importante, pero que no lo fue cuando determinaron utilizar ese dinero en inversiones de las cuales ni siquiera sabemos, porque no ha habido transparencia para decirle a los ahorrantes a dónde está cada peso generado por intereses que por cierto también son retenidos, de manera obligatoria, por ustedes.

No estábamos preparados pero tampoco ustedes, para que un día, de repente, el pueblo se sintiera curioso y recordara que desde casi 20 años, a muchos nos descuentan, mensual, un dinero que en este momento, quizás, entendemos, sin mucho conocimiento de finanzas, es lo único que nos salvaría de las grandes deudas que esta pandemia han empeorado. Muchos trabajando a medias, otros sin trabajo, y ustedes, desde su perspectiva de las cosas, en una posición muy acomodada, entienden que nuestra solicitud no procede, aun cuando ni siquiera es la totalidad que les pide, sino, un justo 30%, lean bien, de casi 20 años recaudando nuestro dinero.

Si el dinero no está, hay que sentarse en la mesa redonda del diálogo y ustedes, los expertos en finanzas, establecer un «ganar-ganar» que no sea cuando la muerte nos aceche, por la edad. Si no nos consultaron en qué se iba a utilizar el dinero, es tiempo de ser creativos y buscar mecanismos, con quienes le solicitaron nuestros fondos. Consideren fabricarlo con certificados para pagar tarjetas de crédito, financiamiento de vehículos, casa, universidad, SALUD, porque es de suponerse que ustedes están muy preocupados por nuestro futuro y nadie que no se preocupe por el presente, puede decir que hará lo propio por el futuro.

Esta carta termina recordándoles, que por encima de cualquier contrato forzado, cualquier obligatoriedad, que es lo que les caracteriza a los más fuertes, cuando hacen trato con los más débiles, ha de ser quebrantado ante la premisa de que nadie, en lo absoluto, tiene el derecho de cuestionar lo que alguien hace con su dinero, ganado con esfuerzo y mucho trabajo. Mucho menos, negarse a entregar lo que claramente no les pertenece. En un régimen democrático que se respete, ustedes no existirían. Su proceder no les diferencia del prestamista del barrio que siendo usurero se beneficia de la necesidad de una persona aplicando sus abusivas condiciones. Su proceder es ofensivo y necesita ser revisado con urgencia, ya que así como la pandemia empezó en otros países y nosotros ignoramos las alertas, así empezaron en otros países movimientos, no solo para recuperar entre un 20 y 25% el dinero recaudado; ya, por allá, a lo lejos, empezaron a manifestarse para que ustedes desaparezcan.

Creo que están a tiempo para poner en practica sus buenos conocimientos de ética en las finanzas que sabemos muy bien que ustedes conocen. Esperamos que no nos sorprenda, a ustedes y a nosotros, otro lamentable tipo de pandemia.

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