Es cierto que hemos visto arder el vertedero de Duquesa en otras ocasiones, en realidad, con ese vertedero la historia ha sido larga. Alcaldías van y vienen, pero dejando ese tema como una marca país de muy mal gusto.
En un mundo en el que se habla ya de tecnologías enfocadas al cuidado del medio ambiente, y donde la mayoría de los países saben, por lo menos, cuando pasará el camión de basura por su casa, nosotros, en cambio, nos levantamos con la noticia de que el vertedero insignia, símbolo de una de las tantas carencias nacionales, arde y deja su humo, como la cereza del pastel que ya traía el Coronavirus.
Aquí no sabemos qué nos irrita más, si las consecuencias de uno de los cientos de problemas que nuestros gobiernos se pasan por el arco del triunfo, sin la más remota vergüenza, o el protagonismo que algunas figuras del escenario político quieren exhibir con sus propuestas planteadas en tercera persona del plural, como siempre, sin nombre, ni apellido, ni mucho menos consecuencias.
A Duquesa, cuando no se están enfrentando en cuáles son los camiones cuyo dueño es que va a cobrar por su «tratamiento», entonces pasa que se quema y deja claro que cuando fuimos representados por el presidente de la República Dominicana, Danilo Medina, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, no estábamos listo para esa conversación, y desde luego, muy lamentablemente, por lo menos, lo que parece, nunca lo estaremos.
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